Mucho se dijo por estas horas sobre el matrimonio homosexual, pero me quiero detener en un argumento: que no es un asunto urgente, que en la Argentina hay mucha pobreza, que la mayoría de los jubilados cobra la mínima y otras tantas desgracias nacionales.
Sin embargo, creo que este debate demostró que es un debate con fronteras muy amplias sobre la familia argentina y sus múltiples formas y problemáticas.
Escuché hablar más que nunca de la adopción y las dificultades que persisten para las parejas que quieren adoptar, más allá de sus preferencias sexuales.
Escuché hablar de los programas de fertilización asistida, que hoy en día no forma parte del programa médico obligatorio de las obras sociales ni las prepagas.
Como cada una de seis parejas tiene problemas para concebir, los tratamientos pasan a ser un privilegio de pocos.
También escuché recordar que no tenemos ni una ley que regule el tema en Argentina.
Escuché hablar del aborto, que es una realidad, un problema de salud para las mujeres pobres, porque ocurre algo parecido que con los tratamientos de ferlitización asistida: el aborto seguro en Argentina es un privilegio sólo reservado a los que tienen plata. Las mujeres que se pueden pagar una buena clínica se salvan de los peligros que corren los más pobres.
Y podría seguir enumerando muchas otras cosas que escuché debatir por estas horas, y que suelen estar ausentes en el Congreso.
Por eso pienso que, pase lo que pase esta tarde en Senado, muchas puertas se abrieron.
Ojalá que los legisladores tomen en cuenta que todos estos temas están pendientes.
15 de julio de 2010
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Qué bueno leerte María! siempre tan clara!
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